Dime que piensas, cómo te hablas y te diré quien eres

Las redes sociales nos permiten el contacto entre dos o más personas, y funcionan como un medio para intercambiar comunicación a través de diversas plataformas, interactuar, vernos con amigos que están a miles de kilómetros de distancia, compartir datos, textos, imágenes, realizar negocios y difundir todo lo que queremos. Son herramientas que utilizamos tanto a nivel personal como profesional, pero, te has detenido a pensar ¿cómo influyen en nuestras mentes? ¿Con qué nos quedamos cada vez que las consultamos y como me afectan los contenidos?
El exceso de información que recibimos tanto de las redes sociales como de los medios tradicionales nos conducen a vivir los logros y fracasos de los demás y los propios.  Vivimos en una competencia permanente tratando de demostrar lo que adquirimos, lo que alcanzamos y son los jóvenes en particular, quienes están obsesionados con el reconocimiento instaneo de cuanto mensaje, foto o texto publican, y al no recibir esos “Me gusta”, comienzan a experimentar un estrés y ansiedad muy perjudicial.
Nuestra mente, pensamientos y comportamientos se ven influenciados por estos factores externos, pero paralelamente hemos sido programados genéticamente por nuestros padres, quienes nos han entregado una energía y unas creencias al llegar a este mundo influenciadas por los valores y el entorno cultural y social Algunas positivas otras negativas y estas negativas son las que tenemos que aprender a reconocer, a identificar y a transformar. Hay creencias relacionadas con nuestra religión; por ejemplo, aprendimos que  cuando no nos portamos bien ofendemos a Dios o a quien sea nuestra divinidad y seremos castigados;  creencias sociales; si no sacamos buenas notas en el colegio, somos unos perdedores o fracasados, si no nos vestimos de cierta forma o actuamos de determinada manera hablarán mal de nosotros, o  bien creencias relacionadas con el dinero, y nos enseñan que  las cosas cuestan mucha plata y que conseguir la platas es difícil por lo tanto debemos evitar antojarnos de cosas que no podemos obtener  etc. etc. etc. y así, crecemos con la convicción de pensamientos que consideramos ciertas y por lo tanto no nos relacionamos con la realidad sino con algo que está instalado en nuestra mente. Todas esas creencias son simples mensajes compuestos por frases y palabras que cuando son negativas nos generan bloqueos, porque nuestro cerebro está condicionado, es una consecuencia de lo que recibimos de nuestro entorno. Las creencias condicionan poderosamente las decisiones que tomamos, así como la forma en que actuamos y resolvemos conflictos.
La sociedad nos ha llevado a creer que, para poder SER lo que queremos, primero tenemos que TENER algo para poder HACER y entonces pensamos:
. Cuando tenga mi título me conseguiré una pareja.
. Cuando tenga dinero, haré un viaje.
 Si en primer lugar siempre estamos pensando en tener una determinada cosa y no lo logramos, nos invade la rabia y frustración y nos llenamos de pensamientos negativos nos hablamos con agresividad y nos descalificamos porque no   alcanzamos lo que otros sí. Entramos en el juego de victimizarnos, y empezamos a buscar culpables de nuestros fracasos. Cada vez que nos criticamos nuestro cerebro también desconfía de lo que podemos lograr. ¿Porque nos cuesta mantenernos felices o en calma? Porque siempre estamos esperando que las cosas lleguen de afuera hacia dentro.  Estamos pendientes que nos reconozcan nuestros logros, que nos halaguen, pero nosotros mismos no valoramos nuestros triunfos   y esto ocurre porque nuestra mente viene con una estructura de pensamiento errónea, que dice que es afuera, donde conseguimos el estado de felicidad.
Esa forma de pensar y de hablarnos a nosotros mismos, nos lleva a posicionar un principio universal de manera errónea pues el TENER no produce, en cambio el SER sí.

Conéctate con tu interior, con cariño y respeto

Hay que trabajar a conciencia en el SER:
Debemos enfocarnos en el SER, luego en el HACER para TENER.
Realizarnos unas preguntas para marcar nuestra meta es el inicio:
  • ¿Qué tipo de persona quiero ser? 
  • ¿Un buen gerente, un buen padre, un buen vendedor?
  • ¿Quiero ser una persona alegra, activa, optimista?
  • ¿Quiero sentirme bien y saludable?
  • ¿Quiero poder tener empatía con las personas?
Entonces hay que empezar por construir esa persona que quiero ser, descubrir ante todo aquellas cosas que me hacen feliz, que me hacen vibrar y que disfruto plenamente. Realizar   lecturas de crecimiento personal enfocadas en aquello que quiero mejorar o transformar, estudiar la biografía de esos personajes que admiramos y que el mundo entero reconoce como seres especiales, revisar cómo es que se desenvuelven en los distintos ámbitos, que es lo que los hace especiales, como se han preparado para llegar a tener el respeto y consideración de las personas.   Esas personas que alcanzan el éxito es porque han comprendido la necesidad de trabajar en el SER, preparándose, leyendo, estudiando, observando y respetándose a sí mismos.
La disciplina y la constancia son determinantes en la construcción del SER.  Las acciones diarias, semanales y mensuales que nos hemos fijado deben ser revisadas constantemente para verificar si ese compromiso que me fijé si lo estoy cumpliendo. Seguro que no es una tarea fácil, habrá obstáculos que superar, pero con constancia llegamos a convertirnos en ese SER que nos propusimos lograr, y de allí podemos pasar a disfrutar el TENER.   Tener éxito, tener estabilidad económica, tener paz interior, en fin, siempre estamos buscando tener y el concepto de TENER después de ese trabajo adquiere una connotación diferente y más humana y espiritual que material.
En todo este proceso de construcción, es fundamental cuidar las palabras con las que nos hablamos: Nuestro lenguaje interior debe ser positivo y optimista, tratarme con cariño y respeto y reconocer mis logros. Si cambiamos el vocabulario, cambiamos el sentido y por lo tanto cambian nuestras emociones.
Sembrar pensamientos positivos e instalarlos de manera permanente en nuestra mente nos permite disminuir el estrés y la ansiedad y vivir con entusiasmo.
Por ello el título de este artículo “Dime que piensas, como te hablas y te diré quién eres”.

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